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Todavía habrá que dedicarle a Bildu una calle

Ampliar El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, junto a la navarra Bakartxo Ruiz
El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, junto a la navarra Bakartxo RuizEUROPA PRESS
Publicado el 17/05/2023 a las 06:00
Con la misma condescendencia con la que un día los encapuchados de ETA anunciaron que dejaban de apretar el gatillo y en vez de reconocer su derrota pareció como si nos estuviesen perdonando la vida, siete integrantes de listas electorales de EH Bildu han hecho saber que renuncian o no tomarán posesión de sus escaños en caso de resultar elegidos. Siete personas que fueron condenadas por pertenecer a ETA, las siete con delitos de sangre en su currículum. Entre ellas, Juan Carlos Arriaga, número 3 para Berrioplano y condenado en 1989 a 29 años de cárcel por el asesinato en 1984 de Jesús Alcocer. “Nuestro compromiso para que ni nuestras palabras ni nuestras acciones añadan jamás el más mínimo padecimiento al ya habido”, señalan quienes aún reclamarán que se les dedique una calle por el acto de generosidad de salir de su caverna ideológica. Pero ahora, su verdadero motivo: “En los últimos días se han impuesto los intereses partidistas y electoralistas que poco o nada tienen que ver con la construcción de la convivencia y la paz, y el objetivo de la polémica no es otro que el de dañar a EH Bildu”.
La presencia de los siete nombres en las planchas abertzales la ha descubierto el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite), junto al de otros 37 también con condenas por pertenencia o vinculación con la banda. Éstos no renuncian. Covite le ha endosado a Bildu una derrota que no la esconden ni las excusas de Arnaldo Otegi. El líder batasuno considera que su partido “debió haber hecho todo lo posible” para evitar una “campaña” de “la derecha” en su contra. A Bildu su juego se le ha ido de las manos. Es lo que tiene saltar en los charcos de barro vistiendo el disfraz de niños y niñas de Primera Comunión que la coalición abertzale y el Partido Socialista han pactado por una estrategia doble: ser blanqueados los primeros y hacer ver los segundos que llegan a acuerdos con unas almas cándidas. Los de Otegi se han manchado su ropaje impostado y se han visto obligados finalmente a apartar a los exetarras con delitos de sangre. Una decisión que busca preservar su perfil social pero que internamente le puede acarrear problemas con los sectores más radicales de la izquierda abertzale.
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