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"Con ojeras perfectamente maquilladas, pero mirada noctívaga, el presidente despachó en tres minutos su decisión de adelantar las elecciones"

Con ojeras perfectamente maquilladas, pero mirada noctívaga, el presidente despachó en tres minutos su decisión de adelantar las elecciones. La noche debió de ser dura para quien la falta de autoestima nunca ha sido un problema. Sus fantasmas mentales parecen ser otros, pero no estamos aquí para ejercer de psicólogos. Sólo apuntaré un detalle que no ha pasado inadvertido: no felicitó al PP. Ni siquiera a Emiliano García Page, su barón rampante de Castilla-La Mancha a quien muchos ciudadanos votarían como candidato en unas elecciones generales celebradas bajo el calor mauritano de un 23 de julio. Una vez publicada la orden en el BOE, sin el anuncio previo que exige la Constitución al Consejo de Ministros, la orden fue clara: la victoria del adversario se arruga como un papel y se le arroja a la cara en forma de sintagma: “ola reaccionaria.” En España hay siete millones de tierraplanistas. Hasta ahí llegó la autocrítica. Pero la fórmula caló en las redes. Algunos usuarios decían tener miedo, miraban a sus vecinos y no sabían si estaban ante un demócrata o ante un nazi. Nada decían de la ola reaccionaria de EH Bildu en el País Vasco y su aumento electoral en Navarra, donde el nacionalismo había tocado techo hace diez años, según me informaron en su día fuentes no muy bien informadas. Ser progresista consiste en proclamarse como tal y maquillarse con dosis calculadas de ecología, animalismo y feminismo. Me gusta imaginar a los que aúllan de miedo por la victoria del PP caminando el día después por las calles de Berriozar, sin ir más lejos. Pero no todo son pesadillas. Unidas Podemos desciende a la irrelevancia, Compromís queda al margen de la paella valenciana y Rufián, empachado de sí mismo, no comerá como alcalde de Santa Coloma. El origami navarro puede salir tan raro que Asirón, quien ya se veía presidiendo con chistera corridas de toros en sus siete días de taurino anual, quizá deba ver a Morante de la Puebla desde el tendido de sol junto a un pozal de ajoarriero. Todos contentos.
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