"Aun estando ciego a lo que ocurrió durante décadas, cualquiera se ha podido enterar perfectamente que votaba a un partido que incluía a antiguos terroristas"
Se ha dicho que el voto a Bildu ha cambiado, ya no tiene el significado de antes, hay muchos jóvenes votantes que no conocen el pasado y lo han visto como un partido útil de izquierdas. Sospecho que por desgracia no es así. Aun estando muy fuera de juego y ciego a lo que ocurrió durante décadas, cualquiera se ha podido enterar perfectamente que votaba a un partido que incluía a antiguos terroristas, orgulloso además ello, una ostentación que despeja cualquier duda. Es imposible no caer en cuenta, salvo que se trate de ese pecado de omisión que consiste en no querer saber, pasar por alto, no escuchar por tratarse de algo incómodo, que ya no interesa, que pertenece al pasado. No querer saber es nuestro síntoma social. Por lo demás, y a la vista de los buenos resultados electorales, parece que el camino de Bildu es lograr la mayoría en la izquierda, dar el sorpasso al PSN y colocarse en una situación muy determinante para nuestro futuro. No en balde es la primera fuerza ya en la CAV, por delante del PNV. Pero no todo es tan sencillo. La idea de Bildu de lograr un país netamente euskaldun, monolingüe, separado de España, que incluya a Navarra y parte de territorio francés, se antoja no sólo una tarea ímproba, lejos del sentir de la mayoría sino, sobre todo, algo que va en contra de un mundo que es cada vez más abierto, inclusivo e interconectado. Algo, además, que no tiene nada de progresista. Es difícil que los jóvenes, a la larga, entreguen su vida a algo así, no en vano la oferta de identidades y proyectos, de posibilidades de construir la vida, supone cada vez más competencia. Algo de esto se ha comenzado a ver en Cataluña, después de tanta sobredosis, donde los jóvenes cada vez están menos interesados en la independencia. No rendirse a los prejuicios y las fantasías nacionalistas, sin oponer nada, sino ofrecer la ventaja moral de la ciudadanía común dentro de España es lo que necesitamos, frente a la melancolía y la rabia que suele ser el destino de los esfuerzos inútiles.
ETIQUETAS