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Pleno de Pablo Hermoso en Cuernavaca: 4 orejas y 2 rabos

  • KOLDO LARREA . FITERO .
Publicado el 14/03/2011 a las 09:05
Festejo redondo. Pablo Hermoso de Mendoza logró cortar el sábado todos los trofeos posibles: cuatro orejas y dos rabos. Los consiguió de dos buenos toros de Los Encinos en la plaza de Cuernavaca, estado de Morelia, coso que se llenó para disfrutar con el toreo del maestro navarro, que realizó dos faenas impecables. Alternó con los diestros mexicanos Federico Pizarro, que logró el rabo del sobrero que regaló y también salió a hombros, y Alberto Espinoza El Cuate, que se fue de vacío.
El primer triunfo completo lo logró frente al que abrió plaza, llamado Juanito, de 490 kilos. Lo llevó encelado de salida con un hijo de Sármata y lo toreó limpiamente con la bandera. En banderillas, armó el taco. Primero, con la elegancia majestuosa de Chenel, que volvió a regalar un recital de toreo, de gran nivel artístico y técnico. El muy alto tono de la faena se mantuvo con la valentía de Ícaro y su emocionante torear, encarando y desafiando al toro con su característico toreo circular de mínimas distancias. Ya sobre Pirata, el estellés rubricó su gran obra con tres cortas consecutivas, un par a dos manos de lienzo y un rejonazo de efectos fulminantes, que posibilitó la concesión de los máximos trofeos.
El cuarto toro del festejo, llamado Don Bull, de 505 kilos, tuvo todavía más calidad que el anterior; derramó bravura en forma de fijeza, buen son y recorrido, el torero navarro la aprovechó hasta la última gota con otra gran faena de enorme calado artístico. La inició sobre Saramago, con dos rejones de castigo. La continuó en banderillas con Manolete, que se lució en tres banderillas, dando la cara, metiendo el pecho, prolongando la embestida del toro y recreándose con toreo de costado y piruetas, y Tiziano, que toreó con pureza en distancias cada vez más cortas ante unos tendidos tan repletos como enloquecidos. Y la concluyó con Pirata, recreándose al dejar tres cortas, una rosa, un ajustadísimo par a dos manos y un preciso rejón letal, que prologó una muerte de bravo del cuatreño. Éste fue premiado con una merecida vuelta al ruedo. Después, el navarro paseó los máximos trofeos en otra emotiva vuelta por el anillo.
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