Turismo
Los 5 pueblos más bonitos de la Zona Media de Navarra
Un viaje a la Navarra del medievo, a través de cinco pueblos en los que se entremezcla el eco de los peregrinos, las fortalezas y las calles empedradas

- Sara Sánchez
- DN Contenidos
A caballo entre la montaña de Navarra y la zona más árida de la Ribera, encontramos un territorio cargado de historia, en el que podemos encontrar castillos, cercos amurallados, joyas del románico, pueblos atalaya y paisajes de transición de gran belleza.
Reducir a cinco la lista de pueblos es casi un pecado. Nos dejamos por el camino el encantador románico rural de la Valdorba; lugares tan monumentales como el castillo de Javier o el monasterio de Leyre; o localidades como Aibar y San Martín de Unx por poner solo dos ejemplos.
Pero si tenemos que reducir la lista a cinco, estos son sin duda los pueblos que no deberías dejar de visitar. Cinco auténticas joyas de la comunidad foral.

1. PUENTE LA REINA
Puente la Reina es uno de las paradas clave del Camino de Santiago. En este punto se unen los peregrinos que llegan tras cruzar los Pirineos por las dos vías principales del denominado camino francés: el aragonés y el que se adentra en Navarra por Roncesvalles.
El puente románico, santo y seña de la localidad, es una de las estampas más conocidas de toda la ruta jacobea. Esta villa creció gracias impulso económico y social que supuso el Camino. Sus calles muy bien cuidadas nos permiten conocer lugares como las iglesias del Crucifijo y de Santiago el Mayor, el convento de los Trinitarios o el nuevo espacio expositivo de la Casa del Vínculo.

2. OLITE
Es la visita estrella de Navarra, la localidad que uno no puede dejar en el tintero. Su castillo o Palacio Real de los Reyes de Navarra fue considerado en su tiempo como uno de los más lujosos de Europa. Visitar sus torres, almenas y estancias es de obligado cumplimiento. Además, no hay que perderse lugares tan interesantes como la iglesia de San Pedro, la de Santa María la Real, el Palacio Viejo, el Museo del Vino o el ambiente de la plaza de Carlos III el Noble.

3. GALLIPIENZO ANTIGUO
Esta pequeña localidad de la Val de Aibar es una auténtica maravilla. Sus calles empedradas parecen estar esculpidas en la misma roca. El trazado urbano asciende enredándose sobre sí mismo, convirtiendo su estampa, desde la lejanía, en un perfecto pueblo atalaya. El encanto de su aire medieval, sus calles empedradas y sus dos iglesias es incontestable. En la zona más alta se ubica la iglesia de San Salvador. Si tienes la oportunidad de visitar la cripta románica, no dejes de hacerlo. También en lo alto del monte que señorea esta villa están los restos del antiguo castillo.
Desde la altura, además, se observa la majestuosa marcha del río Aragón y sus meandros imposibles. Si te gusta la naturaleza, un breve sendero lleva desde el casco urbano hasta una caseta de información donde se puede ver en plenitud el paisaje agreste de este rincón de Navarra.

4. ARTAJONA
Es sin duda uno de los pueblos más bonitos de Navarra, especialmente gracias al Cerco, un monumental recinto amurallado con nueve torres (en origen eran catorce) unidas por la muralla del siglo XII y por un paseo de ronda. Todo el conjunto protege a la iglesia-fortaleza de San Saturnino, del siglo XIII, que servía de campanario y punto de vigía.
Además del espacio del Cerco, merece la pena también pasear por el núcleo urbano, anejo a la fortificación, para visitar sus calles empedradas y lugares como las iglesias de San Saturnino y San Pedro, el arco de Mayora o la cruz de piedra. También en su término se encuentra uno de los yacimientos prehistóricos más interesantes de Navarra, con dos monumentales dólmenes.

5. UJUÉ
Finalizamos la ruta por los cinco pueblos más bonitos de la Zona Media en Ujué. Encaramado en lo alto de una montaña y coronado por la impresionante iglesia fortaleza de Santa María, pasear entre sus calles antiguas es una delicia. No hay más que dejarse perder por sus rúas empedradas e ir descubriendo pequeños rincones antes de aparecer en su principal reclamo, la iglesia, que es a la vez fortaleza. No faltan tampoco los atractivos gastronómicos: sus migas de pastor y sus almendras garrapiñadas gozan de un merecido reconocimiento.