Turismo Navarra
Pantano de Alloz, el mar Caribe en Tierras de Iranzu
Más allá de su funcionalidad energética y de regadío, esta gran obra de la ingeniería hidráulica es uno de los recursos turísticos más relevantes de los valles de Yerri y Guesálaz. Sus aguas turquesas acogen a los bañistas y sus vientos atraen a los amantes del windsurf y la vela.

- Conocer Navarra
(Reportaje publicado en la revista Conocer Navarra nº 31 con fecha junio de 2013. Textos de ASUN EGURZA y fotografías de JUAN JOSÉ AGIRRE)
Azul y calmo, el pantano de Alloz parece mecerse entre las suaves lomas de las Tierras de Iranzu. Como si el viento suave que dirige sus veleros hubiera traído en un mágico suspiro una bocanada del mar Caribe.
Es el río Salado el que le aporta una peculiar salinidad a sus aguas; su color turquesa, un misterio tintado a brochazos por un pincel de fantasía. Pocas veces la belleza y la ingeniería se han aliado de forma tan armoniosa. Pocas, funcionalidad y recreación se dan la mano con tanto aplomo.
Fue construido en 1930 para regular el caudal del río Arga y recoger las aguas de la cabecera del río Salado y de los arroyos de Guembe, Ogancia, Riezu o Ubagua. A sus usos de regadío y de aprovechamiento energético, pronto se unieron los fines recreativos que le dieron los lugareños.
“Ir andando a Alloz y almorzar allí era la excursión anual de la escuela”, recuerda un vecino de Grocin, un pequeño pueblo del valle de Yerri. Tras casi seis décadas, guarda en su memoria muy buenos recuerdos de esos 10 km de caminata y, sobre todo, de esos “pasadías” tan especiales. “De más mocicos íbamos en bici, y luego, el que tenía suerte, se acercaba en moto para nadar en el pantano”, dice con nostalgia. La isla hasta la que los nadadores más aventajados llegaban tras unas cuantas brazadas, todavía se ve entre las aguas, pero aquellas orillas de barro seco se han convertido en espaciosas playas de arena, y en las praderas yermas ahora hay merenderos y arboledas.
Si bien su construcción marcó frontera entre los valles de Yerri y Guesálaz, ahogó comunicaciones y aisló pueblos enteros, pronto se convirtió en punto de encuentro de los vecinos de la zona y en escenario de momentos para compartir.
Hoy en día el pantano de Alloz es una de las joyas turísticas más emblemáticas de estos lares, y un flanco de unión y hermandad por el que todos trabajan a una guiados por el empuje y el tesón del Consorcio Turístico Tierras de Iranzu. “Desde la Asociación Turística Tierras de Iranzu, junto con los ayuntamientos y las pymes asociadas, estamos haciendo un gran esfuerzo en su desarrollo y en su promoción porque tiene unas características muy singulares, un paisaje precioso y una gran actividad acuática deportiva”, apunta su coordinadora, Charo Apesteguía.
EL MAR DE IRANZU
Más que un embalse, Alloz es un mar de interior. Ocupa una superficie de 930 hectáreas de extensión, en las que se llegan a almacenar hasta 84 hectómetros cúbicos de agua salina en la que parece confluir el pasto y el cielo.
En primavera, los nenúfares bailan en la desembocadura del río Ubagua, y los cormoranes y ánades campan a su antojo entre los pinos y quejigos que lo acotan. Es también entonces cuando los veleros y las piraguas se exponen gozosas a las brisas y cuando los pescadores que antiguamente cogían camarones, se arriman a la orilla “a ver qué pica”.
Desde entonces y hasta que decae el verano, los turistas ocasionales y los bañistas más fieles se acercan a disfrutar de la pureza de sus aguas, del embrujo de sus vientos y de todo un ecosistema tan rico como bien preservado. Como constatan desde el Consorcio Turístico Tierras de Iranzu, “trabajamos para conseguir un turismo sostenible para que nuestros recursos naturales y nuestra población se vean beneficiados”.
Por ello, en pocos años Alloz se ha ganado un gran prestigio medioambiental. “La calidad del agua es excelente. Además, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) instaló una planta de desinfección de mejillón cebra y todas las embarcaciones tienen que pasar por allí”, asegura Charo Apesteguía.
A TODA VELA
Por capacidad, Alloz es el segundo embalse de Navarra después de Yesa. Por actividad, es el que aglutina la mayor oferta deportiva.
En sus aguas se puede tomar el timón y aprender a navegar entre quejigales, pinos y praderas, empapándose del paisaje y del patrimonio cultural que en él se encuentra con una amena charla a bordo.
También el viento del norte, de fuerza tres y cuatro, sopla a favor de deportes como la vela, el windsurf o la última tendencia: el paddle sup, una práctica polinesia que está causando furor en Estados Unidos, en el Caribe y también en Alloz. “Es una modalidad que está arrasando porque puedes navegar erguido sobre una tabla y contemplar el paisaje. Lo comenzamos a ofertar el año pasado y ha sido un éxito”, aseguran desde la asociación.
Alloz cuenta con una amplia oferta de actividades en aguas interiores, “más rica que la que se puede disfrutar en la costa cantábrica o mediterránea”.
Allí, a orillas del embalse y dentro del camping de Aritzaleku, está instalada la Escuela Navarra de Vela, que imparte clases de piragua, windsurf, vela y paddle sup para todos los niveles. “Alloz es el mejor lugar para iniciarnos y progresar en el aprendizaje de todas esas modalidades. Tenemos la ubicación perfecta y viento prácticamente durante todos los días, suave por las mañanas para los más pequeños y medio por las tardes”, destacan.
La escuela cuenta con una gran flota de barcos a vela para poder atender desde la iniciación hasta el perfeccionamiento: Raqueros, Vaurien, Láser, Optimist…
Por ella pasan cada año más de 1.500 alumnos de Primaria y ESO de toda la Comunidad foral gracias a la campaña subvencionada por el Gobierno de Navarra. “Es una actividad extraordinaria porque no hay ninguna Comunidad que tenga una población tan formada en vela como la nuestra, siendo además una provincia de interior”, recalca Apesteguía.
Este año el curso comenzó el pasado 18 de marzo y se prolongará hasta el 30 de junio. Una temporada en la que el pantano se desborda de entusiasmo y deja una estampa tan pintoresca y colorista que es una exaltación para la vista.
También lo son el Día de la Vela, que se celebrará los próximos 3 y 4 de agosto, y, por supuesto, la Copa de España de Aguas Interiores Clase Láser, que este año tendrá lugar el 19, 20 y 21 de julio. Un evento que da prestigio a la zona y lleva tras nuestras fronteras la calidad de las aguas turquesas de Alloz y el buen estado que sus instalaciones han obtenido en el último lustro.
PUESTA A PUNTO
Hace ahora cinco años que el Consorcio Turístico Tierras de Iranzu y los ayuntamientos del valle de Guesálaz comenzaron una serie de proyectos de reordenación para hacer brillar este tesoro opacado por basuras, fuegos incontrolados y vehículos aparcados sin orden ni concierto.
Hoy en día, un edificio de información turística antecede a un parking perfectamente acondicionado y da la bienvenida a unas áreas reforestadas, zonas de merendero, senderos señalizados y una serie de playas que convierten a Alloz en un auténtico paraje marítimo. “En diciembre culminó una playa artificial de 2.500 m2 de extensión en la que se emplearon 450 toneladas de gravillín lavado silicio”, explica la coordinadora de la asociación. Además, próximamente la zona se completará con un espacio de hierba artificial.
A esta infraestructura se unirá otra serie de playas similares. También un parque biosaludable y una pasarela de madera en la que se habilitará un observatorio de estrellas.
“Todos estos proyectos ayudarán a posicionar Alloz como un gran recurso turístico en Navarra”. No obstante, ya el año pasado se registraron en el embalse 54.000 visitas, un 20% más que en 2011. Al unísono, también continúa creciendo la oferta gastronómica, de alojamientos y actividades.
AGUA, CULTURA Y ARTE
Las tierras de Iranzu no sólo permiten sumergirse en aguas de pantano, sino que dan pie a escalar alturas como las de Eraul, hacer un safari entre las reses bravas de Reta, visitar la finca Sarbil de ganado ecológico o desfogarse a tiros de pintura en el paintball Haritzalotz. Sus recursos de ocio y aventura son múltiples, y también lo son sus joyas arquitectónicas y su gran legado de artesanía gastronómica.
Los monumentos románicos desvelan grandes secretos de la historia de estos valles. Son estandartes de su pasado y reflejo de su arte. A este respecto es ineludible una cita con el Monasterio cisterciense de Iranzu, epicentro de estos lares y bastión de su cultura. Mucho más, si es en una de las visitas teatralizadas que se organizan desde el Consorcio y en las que participan sus gentes.
Quizá menos conocidas resultan las iglesias de Santa María de Eguiarte, entre los municipios de Alloz y Lácar, y la de Santa Catalina de Alejandría, entre Azcona y Arizaleta. Ambas hacen alarde de este estilo arquitectónico y permiten contemplar su estructura y sus singulares retablos. Además, las dos incluyen una degustación de pintxo y vino.
A mucho más tiempo atrás se remonta una de las obras mejor conservadas desde tiempos romanos: las salinas de Salinas de Oro, las únicas de la Península Ibérica que se han mantenido en activo desde hace más de veinte siglos. “Este ha sido un proyecto turístico muy innovador”, comenta Charo Apesteguía. “Nadie las conocía y ahora se han puesto en valor”, añade.
“Hemos trabajado mucho en el patrimonio cultural, natural y ecosocial. Hay unos senderos preciosos, un recorrido románico espectacular, también estilos como el barroco o el gótico. Pero, ante todo, hemos hecho una gran labor de formación para que el pueblo se sienta protagonista”, recalca.
En este sentido, los artesanos de los valles de Yerri y Guesálaz conducen al visitante al curioso mundo de las abejas, al de las ovejas latxas, a tierras de viñedos y endrinos, o de sal de manantial.
Las queserías, mielerías y bodegas de la zona han abierto de par en par sus puertas para mostrar a los visitantes todos sus entresijos y hacer un regalo al paladar con las catas de sus productos.
Tres queserías Denominación de Origen Idiazábal, Urrizaga, Susperregui (ambas en Abárzuza) y Aldaia, en Lezáun, dan a conocer los pormenores de la vida pastoril, de las explotaciones ganaderas, el proceso de elaboración del queso y, por supuesto, los quesos y requesones que elaboran con tanto mimo. Asimismo, las mielerías Azkorena y La Sacristana enseñan sus colmenas y el sabor de su maná.
La marca de pacharán Azanza organiza visitas guiadas por su planta y sus endrinos; y las bodegas Tandem, Aroa, Palacio de Azcona y Bodegas Lezáun dan a degustar sus caldos y a conocer sus campos, los últimos en una carreta de caballos.
En total, treinta visitas conforman esta completa oferta de turismo ecosocial.“Creo que somos el mejor ejemplo ahora mismo en Navarra de turismo sostenible”, afirma la coordinadora del Consorcio Turístico Tierras de Iranzu.
Por toda su labor, el año pasado la asociación fue condecorada con el premio al Plan Moderna por su proyecto de turismo sostenible, y a principios del pasado mes de mayo recibió el premio Turismo Reyno de Navarra 2013 en la modalidad de Asociaciones.
“Este galardón nos llena de orgullo y de placer porque es un trabajo y un esfuerzo común de la asociación, los ayuntamientos, las 80 pymes asociadas (alojamientos, bodegas, queserías, bares, restaurantes) y el propio pueblo, que ha colaborado en todos los proyectos, hasta en las recreaciones históricas”, subraya orgullosa Apesteguía.
Fueron un éxito las representaciones de las guerras carlistas, la de la batalla de Abárzuza y la de Lácar, que ya ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico de Navarra.
Los logros son tangibles. La zona está tomando un gran prestigio y despertando el interés de muchos turistas. De hecho, la oferta de alojamientos y restaurantes ha aumentado considerablemente en los últimos tiempos.
DIVERSIDAD DE ALOJAMIENTOS
En la misma orilla del pantano, en el pueblo de Lerate, se encuentra el alojamiento más cercano a las playas y recursos de Alloz: el camping de Aritzaleku. Fue inaugurado en octubre de 2001 y desde entonces ha sido un punto de referencia para visitantes y vacacionistas. Cuenta con parcelas totalmente equipadas, bungalows y zonas de acampada libre para alojar a unas 1.200 personas. Asimismo, entre sus dotaciones destaca un bar restaurante, un supermercado, un parque infantil y una piscina lúdico deportiva. En su mismo complejo se halla la Escuela Navarra de Vela.
A pocos kilómetros, en el valle de Yerri, se asienta el camping de Riezu, en el pueblo del mismo nombre. Tiene capacidad para alojar a unas 40 personas. Es ideal para que las familias puedan pasar unos días en contacto con la naturaleza, al frescor del río Ubagua y a la sombra de árboles adultos. Cuenta con piscina, cancha de baloncesto y bar restaurante, entre otros recursos.
Para los que prefieren otro tipo de alojamiento, existen 22 casas rurales en los pueblos que circundan el pantano de Alloz, cuatro complejos de apartamentos, dos hostales y las hospederías del Monasterio de Alloz y de Iranzu. Eguiarte y Salinas de Oro cuentan con tres casas rurales cada uno. Hay dos en Zurucuain, Eraul y en Abárzuza, donde también existe un apartamento rural.
A su vez, Azcona, Lezáun, Muez, Murugarren, Muniáin de Guesálaz, Muzqui, Riezu, Villanueva, Garísoain y Zabal tienen plazas para que el que lo desee pueda pasar una agradable estancia rural. Para grupos mayores, se encuentran los albergues del Alto de Lizarraga y Lorca, y las hospederías de Arandigoyen y Lezáun.
Todos estos municipios garantizan una estadía llena de encanto en dos de los valles más pintorescos de Navarra, y permiten disfrutar del rico patrimonio natural y cultural que bordea al pantano.
ALLOZ, VERTIENTE FUNCIONAL
El embalse no sólo es paisaje y ocio. Es una obra maestra de la ingeniería hidráulica. Un hito de aprovechamiento energético que merece la pena atender.
Fue construido para aprovechar las aguas del río Salado y del arroyo del Ubagua, y garantizar así el abastecimiento del Canal Imperial. Pero es tan sólo una de las piezas que componen este entramado que ha sido catalogado como la mejor obra de ingeniería de Navarra.
A su vera se encuentra la presa bóveda diseñada por Enrique Becerril, un dique con el que conforma un idilio indestructible.
Años más tarde se construyó un contraembalse y un acueducto para dirigir las aguas sobrantes de Alloz hasta la central de Mañeru.
Gracias a este viaducto, dos centrales energéticas se abastecen del pantano, y gracias a su obra, el Camino de Santiago cuenta con un monumento moderno que le da identidad.
El acueducto data de 1940 y es una de las más prestigiosas edificaciones del ilustre arquitecto Eduardo Torroja, el conocido “mago de las estructuras de hormigón”, y también abuelo de la cantante del grupo Mecano. Ni él mismo pudo presagiar aquel entonces cuán funcional sería su obra para los vecinos de la merindad. Mucho menos cómo gratificaría a los peregrinos que la contemplan, tan alta y erguida, en la ruta jacobea.
No hay duda de que el complejo de Alloz ha conseguido traspasar su finalidad energética y de regadío para convertirse en un atractivo más de las Tierras de Iranzu y, sobre todo, en su propio mar de interior.
Cada vez más, la marea del embalse agita el vaivén de veleros y piraguas, y sus playas paradisíacas completan la hermosura de los valles de Yerri y Guesálaz.